Cuatro agentes policiales no identificados a falta de portanombres, con servicio en la comisaría 7ª del barrio San José, fueron denunciados por brutal tortura en perjuicio de un hombre que llegaba a su domicilio, siendo las 22:30 del sábado último. La denuncia formal fue presentada por la víctima, Ricardo Pereira Escurra, de 30 años, domiciliado al costado de la avenida 25 de Diciembre del barrio Ciudad Nueva de Ciudad del Este, cuando conducía su automóvil Toyota Corolla, chapa AXU 631, y se encontraba a unos 50 metros de su vivienda.
El hombre contó que fue interceptado por una patrullera, descendiendo de la misma tres uniformados que empezaron a golpearlo en varias partes del cuerpo, básicamente a la altura del abdomen, momento en que uno de ellos lo asegura con la esposa en un solo brazo, exigiéndole que se haga cargo de la rotura del vidrio de una de las ventanillas de la patrullera. Ante su negativa, lo tomaron del cuello como para ahogarlo, otro policía le apretaba los testículos y un tercero le golpeaba en el ojo lado derecho, según declaró ayer en la unidad, cargo del fiscal Juan Manuel Ledesma.
Acotó que a consecuencia de los dolores que le producían los golpes empezó a grita el nombre de su madre y el de una vecina, identificada como “Mami”, pero que ambas no escucharon su pedido de auxilio y entonces llegó una tercera persona llamada Patrocinia, quien preguntó a los policías los motivos de su procedimiento y la misma fue exigida a retirarse del sitio. Ante la situación, fue tirado a la patrullera en estado de semi inconciencia y, en el trayecto, seguía siendo golpeado cobardemente por los uniformados, uno de los cuales le tapó la boca y la nariz con una de sus manos. Ya en la sede policial del barrio San José, lo hicieron sentar en el piso, exigiendo nuevamente que asuma la rotura del vidrio de la patrullera, mientras le castigaban con bofetadas en el rostro.
Pidió que le entreguen su celular para comunicarse con sus familiares ya que se estaba muriendo, resaltó. Los uniformados contestaron que no se apure, que primero debe asumir “su pecado”, hecho que desconoce totalmente. Llegado al sitio uno de sus hermanos, los policías le señalaron que estaba aprehendido por resistirse al procedimiento, haciéndole firmar un acta en la que se compromete reparar el daño causado y liberado posteriormente.
Sus familiares lo llevaron al Hospital Regional donde se realizó el diagnóstico médico, cuya copia será requerida por el fiscal Juan Manuel Ledesma para su cotejo por los forenses del Ministerio Público. Ayer, la víctima se ratificó en todos los términos de su denuncia en declaración testifical ante la unidad que investiga el caso y presentó una testigo de las torturas, a más de copia de un circuito cerrado en la que aparecen las imágenes del brutal procedimiento.
