En dos semanas más, el gobernador de Alto Paraná Roberto González Vaesken cumplirá un año de gestión al frente del ejecutivo departamental. De acuerdo con la percepción ciudadana y los “resultados” obtenidos en ese periodo de gobierno, la autoridad regional cumple una pésima tarea, plagada de irregularidades, sospechas de negociados, escándalos personales y una notoria falta de liderazgo político. Su falta de tino como dirigente, incluso, hizo que rompa la relación con el presidente Mario Abdo Benítez y la cúpula del movimiento oficialista Colorado Añetete.
En pocos días más, el gobernador Roberto González cumplirá un año de gestión al frente de la Gobernación del Alto Paraná, pero no hay nada que celebrar, pues viene recibiendo fuertes críticas de la ciudadanía y su propia dirigencia, a raíz de su paupérrima administración, escándalos personales, sospechas de negociados y falta de liderazgo político, que prácticamente “destrozaron” al movimiento Colorado Añetete a nivel departamental.
Uno de los cuestionamientos más fuertes que recibió el ejecutivo regional fue el manejo de las becas estudiantiles, que fueron direccionadas en un gran porcentaje a la universidad privada que es propiedad de su familia. Por ese motivo, incluso el secretario de educación, Lic. Leonardo Figueredo, fue obligado a dar un paso al costado, fungiendo de “chivo expiatorio” y fusible para que el escándalo no fuera aún mayor.
Otra de las polémicas más notorias de su administración es lo relacional a la merienda escolar, que el gobernador maniobró de manera escandalosa para favorecer y finalmente adjudicar el servicio a la empresa de maletín de Mirian Luján Duarte, representante de Girasol SA, y a la firma Vega, estrechamente ligada al clan Zacarías. Las mismas no reunían las condiciones legales para quedarse con el servicio, que resulta en un negociado de unos G. 20.000 millones, dinero del Fonacide, de acuerdo con las fuentes.
ESCÁNDALOS PERSONALES Y FALTA DE LIDERAZGO POLÍTICO
Además de los escándalos de corrupción y falta de acciones concretas que puedan hacer resaltar positivamente su gobierno, González Vaesken también se vio involucrado en una serie de escándalos personales y familiares, que tuvieron también como protagonista a su pareja, Darsy Sirley González. El episodio más grave fue cuando la mujer, en un arranque de furia y celos, destrozó la casa de campo de ambos, ubicada en el exclusivo condominio Costa del Lago, en Hernandarias. La misma incluso hizo pintata en las paredes, en donde acusó al marido de “hacer orgías con menores de edad”, algo de lo que posteriormente se desdijo, aunque la Fiscalía inició una investigación de oficio, que terminó en la nada.
Amén de estas peleas de pareja mediáticas, el gobernador demostró tremenda falta de tacto, diplomacia y liderazgo, al romper relaciones nada menos que con su propio movimiento político, Colorado Añetete. Adujo una serie de cuestionamientos al gobierno del presidente Mario Abdo Benítez, líder natural de la agrupación partidaria, quien hasta hace poco era, supuestamente, su “amigo”.
Sin embargo, el ejecutivo departamental no pudo ocultar que su verdadera intención era otorgar cargos a personas afines a sus intereses en cargos públicos, principalmente en Itaipu, Fundación Tesãi, Aduanas y otros entes en donde los puestos “apetecibles” y bien remunerados.
Como se le negó esa pretensión, González Vaesken, muy enojado, se desvinculó oficialmente de Añetete, anunciando la creación de un movimiento regional propio, condición que para muchos es considerada como el “principio del fin” de su carrera política, ya que el mismo hoy no cuenta con respaldo popular, debido a su pobre gestión al frente de la Gobernación. Es más, muchos sostienen que el solo ganó la Gobernación gracias a una coyuntura favorable y a raíz de que la ciudadanía hasta habría votado “en Adolf Hitler” para evitar que alguien leal al clan Zacarías ocupe dicho cargo.
Dirigentes de base de la ANR indicaron que, de seguir así, Vaesken hasta podría no concluir su mandato, aunque hasta el momento goza del apoyo de una mayoría de concejales departamentales “leales”, en base a prebendas y cargos en la administración regional. Empero, sin el respaldo de Colorado Añetete y huérfano de dirigentes políticos de peso que lo respalden, el gobernador debe mejorar ostensiblemente su gestión, si desea recuperar la credibilidad y confianza ciudadana perdida.
