JUAN LEÓN MALLORQUÍN. Don Próspero Núñez, un agricultor que apostó por el campo hace 30 años con apenas dos hectáreas, hoy celebra la consolidación de una próspera empresa familiar que dinamiza la economía local, gracias al acompañamiento constante del Crédito Agrícola de Habilitación (CAH).
Lo que comenzó como un modesto emprendimiento agrícola se expandió hasta abarcar 200 hectáreas productivas. La visión de Don Próspero no se detuvo allí, ya que diversificó su actividad incursionando con éxito en el rubro pecuario, donde actualmente cuenta con 100 cabezas de ganado dedicadas a la producción lechera.
El labriego destacó el rol fundamental del CAH en su trayectoria. “El acompañamiento constante del Crédito Agrícola fue clave para poder crecer y desarrollar mi emprendimiento. Gracias a su apoyo, lo que empezó pequeño hoy es una empresa familiar que da trabajo a varias personas y contribuye al movimiento económico de nuestra comunidad”, expresó.
La historia de Don Próspero Núñez se erige como un testimonio del impacto positivo que el apoyo estatal puede generar en el desarrollo rural. Su caso ejemplifica cómo la perseverancia individual, sumada a un acompañamiento financiero y técnico sostenido, puede transformar pequeñas iniciativas en motores de crecimiento económico y generación de empleo en el interior del país.
