
La Ruta PY02, en el tramo concesionado por la empresa Tape Porã S.A., desde Caaguazú hasta Minga Guazú, está en un estado deplorable. Baches, hundimientos, banquinas destrozadas, señalización deficiente y tramos sin iluminación convierten el trayecto en un riesgo constante, especialmente durante la noche o en días de lluvia, cuando la acumulación de agua agrava la peligrosidad de la vía. En tanto, haciendo caso omiso a las quejas, la concesionaria se prepara para otro aumento del peaje, a partir del mes de julio del corriente año.
A lo largo del recorrido se observan puntos críticos, inclusive en transitadas zonas como la capital departamental y Minga Guazú: en el kilómetro 5,5 se hicieron recientes trabajos de remiendo que ni siquiera incluyeron la pintura de la calzada; en el kilómetro 10, los baches y el asfalto deteriorado representan un verdadero peligro. Minga Guazú también sufre los estragos del abandono, con sectores deteriorados en los kilómetros 14, 20 y 30, este último a pocos kilómetros del peaje ubicado en el km 26. Lejos de ser una excepción, estos tramos reflejan la regla general: una ruta abandonada a su suerte.
A pesar de este escenario, los usuarios deben abonar un peaje de G. 18.000, tarifa básica vigente desde enero de este año. Lo indignante es que en julio se prevé un nuevo incremento de G. 1.000, el segundo ajuste en lo que va de 2025. Esta medida ha generado un profundo malestar en la ciudadanía, que denuncia una desconexión total entre el alto costo y la calidad del servicio.
La concesionaria justifica los aumentos con promesas de obras de bacheo, limpieza y señalización. No obstante, los conductores aseguran que lo único que observan son intervenciones mínimas, remiendos superficiales y ninguna solución estructural real.
SEMANA SANTA: CALVARIO SOBRE RUEDAS
Durante la Semana Santa, las quejas de los usuarios se intensificaron. Miles de conductores quedaron atrapados en interminables filas en el peaje del km 26, en Minga Guazú. La lentitud del cobro, sumada al pésimo estado de la ruta, hizo del regreso del feriado un verdadero suplicio.
Las largas esperas bajo el sol se vieron agravadas por un sistema ineficiente, carente de tecnología moderna y sin medidas para agilizar el tránsito. Mientras tanto, en los puestos de peaje administrados por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), el pago fue liberado los días miércoles 16 y domingo 20 de abril. En cambio, Tape Porã no aplicó ningún tipo de exoneración ni descuento, escudándose en que las tarifas están fijadas por contrato.
CONTRATO BLINDADO Y NEGOCIOS CUESTIONADOS
Tape Porã administra actualmente 140 kilómetros de la Ruta PY02 entre Caaguazú y Ciudad del Este. Su contrato, otorgado durante el gobierno de Horacio Cartes, le garantiza presencia hasta el año 2053, asegurando ingresos millonarios a través del cobro de peajes.
Pero más allá del abandono de la vía, también pesan sobre la empresa sospechas de manejos irregulares. Uno de los casos más controvertidos es la instalación de estaciones de servicio de la firma Integral (Grupo Bahía) en zonas públicas a lo largo del tramo concesionado —como en el km 11 de Ciudad del Este, en Juan León Mallorquín y en Pastoreo—. Estas gasolineras, según denuncias, fueron construidas sin expropiación ni licitación pública, en aparente connivencia entre la concesionaria, el MOPC y empresas privadas.
Mientras Tape Porã asegura rentabilidad por décadas, los ciudadanos pagan cada vez más por un servicio deficiente, ineficiente y peligroso. El malestar social crece a la par de las tarifas, y con razón. La falta de controles, la pasividad del gobierno y la complicidad de las autoridades convierten a la Ruta PY02 en el símbolo del fracaso del modelo de concesiones en Paraguay.