
Ayer, musulmanes de la Tres Fronteras y del mundo iniciaron las celebraciones del Ramadán, uno de los períodos más sagrados del calendario islámico. La ceremonia de apertura, marcada por oraciones y reflexiones, dio inicio a un mes de ayuno, contemplación y fortalecimiento espiritual. El ayuno se extiende hasta la puesta del sol, una rutina que se repetirá diariamente hasta el 31 de marzo.
El Ramadán, que corresponde al noveno mes del calendario islámico, es un tiempo de gran significado religioso. Durante este período, los fieles se abstienen de comida, bebida y relaciones sexuales desde el amanecer hasta el atardecer, en un acto de devoción y disciplina. El ayuno no es solo una práctica física, sino también espiritual, ya que representa la purificación del alma y el fortalecimiento de la fe en Alá.
Este año, además de las reflexiones personales, las plegarias también se dirigen al pueblo palestino, especialmente a aquellos que viven en la Franja de Gaza. El jeque Oussama El Zahed, líder de la Mezquita de Foz do Yguazú, destacó que las oraciones incluyen súplicas por la paz mundial y por el fin de lo que él calificó como genocidio en la región.