
En este 68° aniversario de Ciudad del Este, entrevistamos a don Evaristo Viveros, testigo y protagonista de la transformación de la capital del Alto Paraná. Desde sus inicios como una pequeña comunidad en medio de la selva, a orillas del río Paraná, hasta convertirse en una gran urbe fronteriza, don Evaristo, con sus 81 años, encarna la historia viva del populoso barrio Pablo Rojas y de todo el municipio.
Cuando llegó a este rincón del país, hace más de seis décadas, encontró un paisaje completamente distinto al actual. Con esfuerzo y dedicación, y gracias a su trabajo en los hoteles de Foz de Yguazú, Brasil, logró construir una nueva vida en Ciudad del Este, específicamente en el barrio Pablo Rojas, donde vive con su esposa, en una casa rodeada de naturaleza. Sus inversiones en terrenos y negocios fueron fundamentales para el desarrollo de la ciudad, y su compromiso con la comunidad lo llevó a formar parte de la Comisión de Fomento, donde impulsó la construcción de obras clave como escuelas, comisarías y calles.
Don Evaristo, además de ser un emprendedor exitoso, fue un líder comunitario innato. Su restaurante “La Carreta” se convirtió en un punto de encuentro para los vecinos y un símbolo de la pujanza del barrio. Su casa, igualmente, albergó a grupos musicales como Los Rutilantes Guaraníes, contribuyendo así a enriquecer la vida cultural de la ciudad. “Mi primer inquilino eran Los Rutilantes Guaraníes, Juan Pablo Ojeda”, recordó. “Una cosa que pocos saben es que ellos tomaban tereré de gaseosa, no tomaban agua. En la medida que tenía recursos yo invertía, así tuve mi salón”, agregó en medio de risas.
Como guía de turismo, Viveros compartió su amor por Ciudad del Este con innumerables visitantes. Su conocimiento de la historia y su fluidez en varios idiomas, como el inglés, lo convirtieron en un embajador de la época. “Cuando me instalé en este barrio, era puro monte. Tenía que venir a pie del Puente de la Amistad hasta acá cuando salía de mi trabajo. Tenía que agarrar algún garrote, porque había toda clase de animales por el camino”, relató.
Según él, la construcción de la represa de Itaipu fue el gran impulso para el desarrollo de la ciudad. “La Binacional revolucionó todo. Cuando me instalé aquí, solo había cuatro o cinco casas, entre ellas la de Juan Pablo Martínez, el exconcejal municipal”, refirió.
Hoy, al celebrar los 68 años de Ciudad del Este, don Evaristo destaca la importancia de la participación ciudadana. “Con la Comisión de Fomento construimos la escuela, que al principio solo tenía dos aulas y era de barro. Como no tenía un empleo fijo, contaba con más tiempo libre y salía a buscar aserrín para que los niños pudieran entrar a la escuela cuando llovía”, señaló.
Por último, Viveros contó que el barrio Pablo Rojas, uno de los más importantes de CDE, era famoso por sus bingos, organizados por la comisión cada domingo. Don Evaristo recuerda que tuvieron problemas con el extinto intendente Guillermo Campuzano, quien intentó apropiarse de las máquinas de la Casa de la Mujer, construida por Doña Ligia Mora de Stroessner y equipada por la Comisión de Fomento.