La reciente agresión sufrida por una bebé de 10 meses en Presidente Franco, producto del uso irresponsable de pistolas de hidrogel, debe encender todas las alarmas. Estas armas, presentadas como simples juguetes, están siendo utilizadas de manera inadecuada en espacios públicos, poniendo en peligro a terceros y, en este caso, a una niña inocente que resultó con lesiones leves en su brazo y pierna.
Lo ocurrido no es un hecho aislado. En los últimos meses, se han multiplicado las denuncias en diferentes ciudades sobre el uso imprudente de estas pistolas. Los disparos contra personas en la calle, enfrentamientos entre jóvenes y otras situaciones de riesgo han hecho evidente que este no es un juguete inofensivo. Aunque sus proyectiles estén compuestos principalmente de agua, su uso indebido puede ocasionar lesiones graves, especialmente en zonas sensibles como los ojos, o incluso provocar accidentes de tránsito al distraer a conductores.
Lo más preocupante es que este tipo de comportamiento se da, en muchos casos, sin supervisión alguna. Las pistolas de hidrogel, como cualquier objeto que pueda generar daño, deben ser utilizadas en ambientes controlados y bajo la responsabilidad de adultos. Dejarlas en manos de personas irresponsables, y peor aún, permitir su uso en la vía pública contra terceros, es una irresponsabilidad que no puede ser tolerada.
Las autoridades ya han advertido que procederán con detenciones cuando estas pistolas sean utilizadas de manera inapropiada. El comisario principal José Martínez fue enfático al señalar que quienes atenten contra la seguridad de las personas con este tipo de «juguetes» serán puestos a disposición del Ministerio Público. Estas medidas son un paso necesario, pero no suficiente.
Es imperativo que las instituciones involucradas, como la Dirección de Material Bélico (Dimabel), evalúen el control y la regulación de su ingreso al país. Además, debe considerarse seriamente su prohibición en espacios públicos. Si bien los proyectiles de hidrogel no son letales, el potencial de daño que representan en manos irresponsables es innegable.
Este editorial no busca demonizar un juguete, sino hacer un llamado a la responsabilidad. Si las pistolas de hidrogel se comercializan, deben estar sujetas a normativas claras que limiten su uso a ambientes privados y bajo supervisión. Mientras tanto, los ciudadanos deben entender que lo que comienza como una broma puede terminar en tragedia.
El uso de pistolas de hidrogel en calles y lugares públicos no solo es inadecuado, sino peligroso. Proteger a nuestra comunidad, especialmente a los más vulnerables, requiere acciones concretas y una toma de conciencia colectiva. Solo así evitaremos que un juego mal empleado se convierta en una amenaza para la seguridad de todos.