El reciente llamado del intendente de Ciudad del Este, Miguel Prieto, a denunciar actos de corrupción en la Municipalidad podría haber sido una oportunidad para demostrar un verdadero compromiso con la transparencia. Sin embargo, como tantas veces antes, este anuncio terminó siendo un ejercicio de populismo barato, sin acciones concretas ni resultados visibles. La promesa de recibir personalmente a los denunciantes, realizada con bombos y platillos el pasado 29 de noviembre, se diluyó en el aire, dejando en claro que la lucha contra la corrupción en su administración no es más que una estrategia mediática.
Dos semanas después de aquel anuncio, no se conocen avances en las investigaciones, ni siquiera la existencia de denuncias formales presentadas. Mientras tanto, el intendente desvió su atención hacia temas más vistosos pero menos urgentes, como la decoración navideña de la ciudad y la entrega de un arbolito de Navidad de nueve metros a la Gobernación de Central, una acción que, aunque festiva, pone en evidencia la desconexión con las prioridades acuciantes de Ciudad del Este.
La ciudad enfrenta una realidad alarmante: calles plagadas de baches, zonas sin pavimentar que se convierten en lodazales con las lluvias, espacios verdes descuidados y una infraestructura deficiente que causa inundaciones recurrentes. En lugar de abordar estas problemáticas, Prieto elige gestos simbólicos que poco o nada aportan al bienestar de los habitantes de su municipio.
El arbolito navideño donado, con toda su parafernalia de luces y estructura, es un claro ejemplo del enfoque superficial de la gestión de Prieto. Mientras los recursos municipales se utilizan para decorar otras localidades, los contribuyentes de Ciudad del Este se ven obligados a convivir con servicios públicos deficientes y una administración que parece más preocupada por proyectar una imagen altruista que por resolver los problemas cotidianos.
La falta de seguimiento a las denuncias de corrupción también refleja un patrón preocupante en la gestión de Prieto. Acusado en múltiples ocasiones de hechos de lesión de confianza y con más de 40 denuncias penales en su contra, el intendente parece más interesado en desviar la atención que en rendir cuentas. Casos emblemáticos como los de “Tía Chela” y “Tajy”, en los que se le acusa de liderar esquemas de corrupción durante la pandemia, muestran que las palabras no bastan para borrar un historial de irregularidades.
La lucha contra la corrupción no puede reducirse a un show mediático ni a discursos vacíos. Ciudad del Este necesita liderazgo y acción concreta. Miguel Prieto debe dejar de lado las estrategias populistas y asumir con seriedad su papel como administrador de los recursos públicos. No se trata de impresionar con gestos simbólicos, sino de generar soluciones reales a los problemas que afectan a la comunidad.
La generosidad, como la que simboliza la entrega del arbolito navideño, debería empezar por casa. Los ciudadanos de Ciudad del Este esperan y merecen mucho más que promesas incumplidas y decoraciones festivas. Exigen transparencia, eficacia y una gestión que priorice el bienestar colectivo por encima de los espectáculos mediáticos. Mientras esto no ocurra, la confianza en la administración municipal seguirá erosionándose, y el verdadero espíritu de la Navidad permanecerá ausente en una ciudad que clama por un cambio real.