El Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) enfrenta una de las crisis más profundas de su historia. La pérdida de representatividad, el desgaste de sus dirigentes y el surgimiento de partidos políticos más atractivos para el electorado han llevado al centenario partido al borde de la irrelevancia. Este panorama, descrito con crudeza por Leongino “Leo” Viana, dirigente liberal, evidencia no solo una falta de dirección, sino también la desconexión del PLRA con los valores y las aspiraciones de sus bases.
En Ciudad del Este y el departamento de Alto Paraná, el declive del partido es innegable. De ser una fuerza política capaz de competir de igual a igual con el Partido Colorado, el PLRA ahora se ve relegado a un cuarto lugar en las municipales, con una representación mínima en los órganos legislativos. Las cifras son contundentes: de tres diputados que representaban a Alto Paraná, solo queda uno; y en Ciudad del Este, de cinco concejales, apenas uno mantuvo su cargo.
Este deterioro no es un accidente. Es el resultado de años de divisiones internas, pactos oscuros y una dirigencia que priorizó intereses personales sobre los ideales partidarios. El caso de Efraín Alegre, cuya gestión fragmentó aún más al partido, y la actitud de líderes locales que buscan alianzas que hipotecan la identidad liberal, son reflejo de un PLRA que ha perdido su rumbo.
La falta de credibilidad ha tenido un impacto devastador en la militancia joven. Como bien señala Viana, los jóvenes ya no ven al PLRA como una opción, pues las autoridades electas en su nombre han fallado tanto al partido como a la ciudadanía. El partido, en lugar de renovarse, se ha convertido en una estructura estática, incapaz de inspirar a las nuevas generaciones.
El surgimiento de movimientos como Yo Creo, liderado por el intendente Miguel Prieto, y el creciente protagonismo de otras fuerzas políticas evidencian que el electorado busca alternativas. La posibilidad de que dirigentes liberales pacten con estas nuevas fuerzas, sin exigir una candidatura propia, es una muestra más del agotamiento ideológico del PLRA.
A pesar de este sombrío panorama, el partido aún tiene una oportunidad. Pero esta no vendrá sin un profundo mea culpa. El PLRA debe reconocer sus errores, abandonar las prácticas que lo han llevado al borde de la extinción y apostar por una renovación real. Esto implica dar espacio a nuevos liderazgos, jóvenes comprometidos con la transparencia y la construcción de un proyecto político que recupere la confianza de la ciudadanía.
El llamado de Viana a una “revolución interna” es el grito de quienes se resisten a que el PLRA desaparezca. Este partido, que en su momento fue baluarte de la democracia y defensor de los derechos ciudadanos, aún puede reivindicarse. Pero para lograrlo, debe reinventarse.
El tiempo apremia. Si el PLRA no se transforma ahora, si no asume con valentía los cambios necesarios, podría convertirse en un recuerdo del pasado. Es hora de que el partido abandone las sombras de su crisis y vuelva a ser una luz de esperanza para el pueblo paraguayo.