La reciente denuncia del Lic. Aníbal Báez, jefe regional del Servicio Nacional de Erradicación del Paludismo (SENEPA), pone en evidencia una preocupante realidad: Ciudad del Este enfrenta una inminente crisis sanitaria debido a los alarmantes índices de infestación larvaria del mosquito Aedes Aegypti. Sin embargo, lo que resulta más indignante que la propia amenaza de una epidemia de dengue, zika o chikungunya, es la actitud mezquina e irresponsable de la Municipalidad de Ciudad del Este, encabezada por el intendente Miguel Prieto, que parece más interesada en celos políticos que en la salud de sus ciudadanos.
Los datos expuestos por Báez son alarmantes: un índice de infestación promedio del 7,5%, más del triple del límite aceptable. En barrios como Catedral, este índice asciende a un escandaloso 25%, lo que representa una bomba de tiempo para la salud pública. Estas cifras deberían ser motivo suficiente para que todas las instituciones trabajen de manera coordinada y prioricen acciones concretas contra el mosquito vector. Sin embargo, la municipalidad ha decidido mantenerse al margen, bajo excusas que oscilan entre la indiferencia y la ineptitud administrativa.
Según Báez, las gestiones para coordinar una gran minga ambiental en los barrios más afectados fueron obstaculizadas desde el inicio. Personal del SENEPA fue maltratado, obligado a realizar trámites engorrosos e ignorado cuando intentaba entregar informes críticos. Además, la solicitud de recursos humanos y logísticos fue desestimada con una respuesta vergonzosa: “todo el personal está ocupado en otros proyectos”. Este tipo de actitudes demuestran que, para la administración municipal, la salud pública no es una prioridad, a pesar de que el dengue y otras enfermedades transmitidas por el Aedes aegypti no discriminan entre colores políticos ni clases sociales.
La mezquindad del gobierno municipal refleja un problema más profundo: el envenenamiento de la gestión pública por intereses partidarios y egoísmos personales. La lucha contra el dengue es una cuestión de vida o muerte que trasciende cualquier rivalidad política. Sin embargo, la actitud del intendente Prieto y su equipo parece estar motivada únicamente por celos políticos, sin considerar las consecuencias devastadoras que esta indiferencia podría tener para los habitantes de Ciudad del Este.
Es digno de resaltar que, ante la inacción municipal, el SENEPA ha buscado alternativas para continuar su labor. Báez mencionó alianzas con la Gobernación de Alto Paraná, la Tercera División de Infantería y la Itaipú Binacional para obtener los recursos necesarios para llevar a cabo mingas ambientales en los barrios más críticos. Aunque estos esfuerzos son loables, la ausencia de la municipalidad en un problema que debería liderar es inadmisible y representa un obstáculo adicional en la lucha contra el dengue.
La salud pública no puede ser rehén de rencillas políticas ni de la falta de voluntad de las autoridades locales. La actitud de la Municipalidad de Ciudad del Este es un llamado de atención para todos: los problemas colectivos exigen soluciones colectivas. En este contexto, la indiferencia de la municipalidad no solo es irresponsable, sino peligrosa.
El mosquito no distingue entre colores políticos, ideologías o clases sociales. Su amenaza es universal, y combatirlo requiere la participación activa de todos los actores de la sociedad, especialmente de las autoridades. Es hora de que el intendente Miguel Prieto y su equipo dejen de lado sus motivaciones egoístas y tomen en serio su papel en la protección de la salud de los ciudadanos.
La ciudadanía de Ciudad del Este no puede seguir siendo víctima de estos juegos políticos. Es necesario deponer actitudes mezquinas y trabajar en conjunto para enfrentar esta amenaza. La crisis sanitaria que se avecina no es un problema que pueda posponerse o ignorarse; es una realidad que exige acción inmediata y comprometida de todas las instituciones.