El combate contra la explotación sexual infantil es una tarea urgente y de primer orden, que no puede ser delegada únicamente a las instituciones gubernamentales, sino que debe involucrar a toda la sociedad. Es un crimen atroz que deja cicatrices imborrables en las víctimas, quienes, a menudo, cargan con las secuelas de por vida. En este contexto, el reciente foro departamental para la prevención del abuso sexual en niños y adolescentes, realizado en el Centro Cultural Mangoré de Alto Paraná, se presenta como un paso vital para generar conciencia, establecer estrategias efectivas y fortalecer el compromiso de todos los sectores en la protección de nuestros niños y adolescentes.
El Ministro de la Niñez y Adolescencia, Walter Gutiérrez, acertadamente subrayó la importancia de un esfuerzo colectivo. La prevención del abuso sexual infantil no es tarea de una sola entidad, sino un deber compartido entre las familias, las instituciones educativas, los organismos públicos y la comunidad en general. Este tipo de crímenes no deben pasar desapercibidos ni tolerarse bajo ninguna circunstancia, y se deben tomar medidas eficaces y permanentes para erradicarlos de raíz.
En este sentido, la presentación de la “Guía de Prevención del Abuso Sexual” durante el foro es una iniciativa invaluable. Esta herramienta, que es la primera de su tipo en el país, busca proveer directrices claras y eficaces para la prevención del abuso sexual en los niños y adolescentes. La importancia de contar con un manual de estas características radica en su enfoque integral, abarcando diversos ámbitos, y en su potencial para ser distribuido a lo largo de todo el país, alcanzando tanto a las comunidades urbanas como a las rurales. La universalización de este mensaje de prevención es una necesidad para garantizar que ningún niño quede desprotegido ante los riesgos de abuso.
La prevención, sin embargo, no se limita a la difusión de material informativo. Es fundamental que se implementen medidas prácticas y concretas para llevar a cabo el objetivo de proteger a la infancia. En este sentido, los planes anunciados por el Ministerio de la Niñez y Adolescencia son destacables. La creación de 100 Centros de Atención Integral a la Primera Infancia en todo el país, con 10 de ellos en Alto Paraná, representa una inversión significativa y un paso importante hacia la descentralización de los servicios de protección. Estos centros, apoyados por una inversión inicial de 40 mil millones de guaraníes, se presentan como espacios claves para brindar atención especializada a los menores, en especial en las zonas más vulnerables del país, como es el caso de Alto Paraná.
Este departamento, dada su ubicación fronteriza, enfrenta desafíos adicionales, como el riesgo de trata de personas y otras formas de explotación que afectan gravemente a los menores. El esfuerzo conjunto entre las autoridades paraguayas y brasileñas para reforzar los controles en la zona es esencial para garantizar que estos crímenes no queden impunes. Las medidas preventivas y las herramientas de protección deben ser cada vez más eficaces y amplias, adaptándose a las particularidades del territorio y extendiendo su cobertura a las zonas más alejadas.
Finalmente, es imprescindible reconocer la importancia de la presencia del Estado en cada rincón del país. La incorporación de equipos móviles que puedan llegar a las comunidades aisladas y de difícil acceso es un paso vital para garantizar que ningún niño o adolescente quede fuera del alcance de los servicios de protección. Es fundamental que el Estado no se limite a las grandes ciudades, sino que extienda sus servicios a los rincones más necesitados, donde la vulnerabilidad de los menores es aún mayor.
La erradicación del abuso sexual infantil en Paraguay es una tarea titánica que requiere la colaboración activa de todos los sectores. No podemos permitir que otro niño más sea víctima de estos horrendos crímenes. La prevención, la educación, la atención integral y la participación de la sociedad son los pilares sobre los cuales debe cimentarse la lucha por proteger a nuestros menores. El foro de Alto Paraná es solo el comienzo de un camino que debe ser recorrido con determinación, compromiso y solidaridad. Es hora de que todos asumamos nuestra responsabilidad en la construcción de un futuro donde la niñez y la adolescencia puedan vivir sin miedo y con la protección que merecen.