La reciente revelación de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en el 2023, nos ha confrontado con una realidad alarmante: en el Alto Paraná, 26.000 personas luchan día a día contra la extrema pobreza, subsistiendo con tan solo G. 10.000 o menos al día. Esta situación, paradójica en un departamento reconocido por su productividad agrícola, evidencia una profunda brecha entre la riqueza generada y su distribución equitativa.
El Alto Paraná, considerado uno de los principales motores de la economía paraguaya debido a su destacada producción de granos, no debería ser escenario de tal desigualdad. Sin embargo, los datos revelados por la EPH nos obligan a reconocer que la pobreza sigue golpeando con fuerza a esta región, donde más de 168.000 personas viven en condiciones precarias.
Es fundamental comprender que la pobreza no es simplemente una cuestión de falta de recursos; es un síntoma de desigualdad sistémica y falta de acceso a oportunidades. Por lo tanto, es responsabilidad de nuestras autoridades abordar esta problemática de manera integral y urgente.
Las cifras presentadas por el INE nos muestran la magnitud del desafío que enfrentamos. En el área urbana, el costo de la Canasta Básica de Consumo (CBC) supera los G. 28.000 mensuales por persona, mientras que en la zona rural, donde la mayoría de los afectados por la pobreza extrema residen, este costo desciende a G. 20.000 mensuales. Estas cifras revelan una realidad desoladora para miles de familias que luchan por satisfacer necesidades básicas como alimentación, salud y educación.
Es imperativo que el Estado implemente políticas públicas efectivas y focalizadas en combatir la pobreza extrema en el Alto Paraná. Esto incluye medidas para mejorar el acceso a la educación y la salud, promover la generación de empleo digno y garantizar el acceso a servicios básicos como agua potable y electricidad en las comunidades más marginadas.
Asimismo, es fundamental que estas políticas se diseñen de manera participativa, involucrando a las comunidades afectadas en el proceso de toma de decisiones. Solo así podremos garantizar que las soluciones propuestas sean verdaderamente efectivas y sostenibles a largo plazo.
La pobreza extrema en el Alto Paraná no es solo un problema económico, es una afrenta a nuestra dignidad como sociedad. Es hora de que nuestras autoridades asuman su responsabilidad y trabajen incansablemente para garantizar que cada persona en esta región tenga la oportunidad de vivir una vida digna y plena. El tiempo para la acción es ahora.