Tras la trágica muerte del comerciante Ever Antonio Castellani Aquino, asesinado a sangre fría de un balazo en el pecho, durante un violento asalto perpetrado el miércoles por parte de dos motochorros, la ciudadanía levantó su voz de protesta contra la inseguridad reinante en la zona del Alto Paraná. Sin embargo, los verdaderos responsables de que estos dos marginales estén en las calles son los jueces de ejecución penal, Aldo Moreira Curtido y Troadio Galeano (jubilado), quienes otorgaron libertad condicional a los infelices que acabaron con la vida del trabajador.
Según los datos, Hernán Ariel Leguizamón Roa (25), con antecedente por robo agravado en grado de tentativa, con prohibición de salir del país y prohibición de acercarse a la víctima, y Adrián Ramón Cabral Candia (26), con antecedente por robo agravado, con prohibición de salir del país, debían estar en la cárcel, pero gracias a la benevolencia de los citados magistrados, estos ganaron las calles, y lejos de reinsertarse en la sociedad, salieron con sed de violencia, y cometieron una serie de asaltos.
El miércoles, poco después del mediodía, llegaron hasta la vivienda del comerciante Ever Antonio Castellani Aquino, quien se dedicaba a la venta de joyas a través de las redes sociales. Los marginales se hicieron pasar por clientes y vía WhatsAap se comunicaron con la pereja de la víctima, supuestamente, interesados en una costosa cadena de oro.
Ambos delincuentes llegaron disparando y la bala atravesó la puerta de madera e impactó en el pecho de la víctima (con orificio de entrada y salida), quien murió agonizando frente a los bandidos. La rápida acción policial permitió la captura de los sospechosos, que posteriormente se pudo saber que ambos debían estar presos, de no ser por los citados magistrados.
RABIA DE LA JUSTICIA
Los familiares del trabajador asesinado y toda la comunidad altoparanaense exigen justicia en este caso, y que no haya piedad con estos asesinos, quienes no dudaron en acabar con la vida de un hombre honesto y sacrificado. Además, cuestionan duramente a los magistrados que liberaron a los autores del hecho, ya que de no ser por sus desatinadas resoluciones estos delincuentes despiadados estarían tras las rejas, y no serían un peligro para los ciudadanos de bien.