En una reciente reunión en Brasilia, el equipo negociador paraguayo, encabezado por el presidente Santiago Peña, demostró una firmeza y decisión que tomó por sorpresa al presidente brasileño, Luiz Inácio «Lula» Da Silva. Según informes del periódico Folha de Sao Paulo, Lula reprendió a su propio equipo por no haberlo preparado adecuadamente y por no estar al tanto de la posición firme de Paraguay en las negociaciones sobre la hidroeléctrica de Itaipu.
Durante el encuentro del 15 de enero, Lula expresó su descontento, calificando la falta de iniciativa y sintonía de sus subordinados para defender la posición de Brasil como inaceptable. La queja principal de Lula se centró en la agenda de la audiencia, ya que los representantes paraguayos llegaron con la determinación de presionar por un aumento en el precio de la electricidad que cobra la empresa binacional.
El presidente brasileño se quejó de no haber sido preparado adecuadamente por su equipo para contrarrestar los argumentos paraguayos. Mientras tanto, el presidente paraguayo, Santiago Peña, respaldado por datos técnicos, abogó por un aumento arancelario, destacando la necesidad de utilizar la diferencia lograda gracias al pago total de la deuda para el desarrollo de ambos países.
En respuesta, Lula ha exigido a su equipo negociador acelerar las conversaciones para lograr un acuerdo sobre la tarifa de energía generada por Itaipu, así como otros aspectos, incluida la renegociación del Anexo C y la aprobación del presupuesto para 2024, actualmente sin resolución. La falta de definición en estas cuestiones ha dejado a la entidad sin poder cumplir con sus obligaciones, generando presiones desde el gobierno de Santiago Peña.
Las autoridades brasileñas sostienen que la tarifa debería seguir siendo más baja una vez que se pague la deuda de la construcción, mientras que la posición paraguaya defiende que la diferencia obtenida debería destinarse al desarrollo de ambos países mediante obras de infraestructura. Analistas señalan que el gobierno actual se ve obligado a tomar medidas drásticas debido al tiempo perdido durante la administración anterior de Mario Abdo Benítez. Esta situación podría haberse abordado antes del nuevo periodo, pero las negociaciones quedaron en el olvido, agravando la crisis que se consideró «entreguista» durante el gobierno anterior.
En la actualidad, la renegociación del Tratado de Itaipu plantea desafíos cruciales para el futuro energético y económico de Paraguay. En este contexto, es imperativo que nuestra nación no solo proteja sus recursos, sino que también busque activamente una distribución justa de los beneficios generados por la planta hidroeléctrica compartida.
Históricamente, Paraguay ha sido un socio fiable en la producción de energía limpia y sostenible. La represa de Itaipu ha sido una fuente vital de ingresos y desarrollo para nuestra nación, pero la renegociación ofrece una oportunidad única para redefinir los términos de esta asociación en términos más equitativos.
La defensa de nuestra posición no es un gesto de confrontación, sino más bien un acto de afirmación de nuestra soberanía y un llamado a la justicia global. Paraguay, como nación responsable y comprometida con el desarrollo sostenible, tiene el derecho de beneficiarse adecuadamente de los recursos compartidos, sin comprometer la estabilidad financiera y ambiental. Es crucial que los líderes paraguayos se mantengan firmes en la defensa de nuestros intereses en la renegociación. Esto no solo es vital para asegurar un futuro energético sostenible, sino también para establecer un precedente en la protección de la soberanía de naciones en situaciones similares.