Los hechos cometidos por criminales de todo tipo acechan, ante la escuálida reacción de la Policía Nacional. Lamentablemente, la inseguridad que azota a la población está llegando a extremos inauditos, sin que ni el Ministerio del Interior ni la Policía, ya bajo gestión de un nuevo gobierno, atinen a tomar medidas a corto plazo que al menos atenúen su alcance y su persistencia.
Día y noche, en la ciudad y en el campo, la vida, la integridad física y los bienes de las personas están en manos de maleantes, individuales o agavillados, que actúan incluso a cara descubierta, confiando en que no serán repelidos o capturados por las fuerzas del orden. Nadie puede creerse a salvo de ellos, aunque tenga guardias privados y cámaras de vigilancia. Se observa un crecimiento cuantitativo y cualitativo de los hechos punibles, ante la notoria impotencia policial.
En Paraguay no sólo destacan las actividades de organizaciones criminales brasileñas como el Primer Comando da Capital (PCC) y Comando Vermelho, pero el alarmante despliegue de la delincuencia transnacional no debe hacer olvidar que hay otra, igualmente sanguinaria, que también difunde la zozobra cotidiana, actuando por doquier. Es el caso de los motoasaltantes, o “motochorros”, o el de las bandas dedicadas a asaltar cajeros automáticos y camiones transportadores de caudales.
Hace tiempo, los sucesivos ministros del Interior vienen pidiendo por más recursos humanos. Pero no todo depende de reforzar el plantel y mejorar la infraestructura policial. Por sobre todo, la Policía debe ser depurada de los corruptos que la infectan y que están ligados a la delincuencia grande y pequeña, organizada o no.
Resulta muy cómodo eso de reclamar más agentes policiales, como si los delitos proliferaran solo por la falta de ellos o como si los disponibles tuvieran destinos adecuados: muchos fungen de guardaespaldas, incluso de particulares, como bien se sabe. Para combatir la delincuencia, es necesario sanear no solo la Policía, sino también el sistema penitenciario, pues el índice de reincidencia es muy elevado.
Es hora que el nuevo Gobierno tome acciones concretas y eficientes en este trabajo de combatir a los criminales, pues caso contrario, la situación se seguirá desbordando, con consecuencias impredecibles para el Paraguay.