El presidente Santiago Peña no tiene margen de error y lo sabe
Asume hoy la titularidad del Poder Ejecutivo Santiago Peña, electo por el pueblo 51º Presidente de la República del Paraguay. La filosofía del nuevo gobernante hace hincapié en la importancia de la propiedad de las personas, la libertad económica, las inversiones privadas, la protección integral de los trabajadores y la armonía social, sin más condicionamientos que el pago de los impuestos y el respeto a las leyes.
Cuando muchos economistas y especialistas políticos señalan como relevante para el país solo el crecimiento de la producción y el comercio, el aumento del producto interno bruto (PIB) y el ingreso de divisas, el presidente electo ha insistido en que tratará de crear 500 mil nuevos puestos de trabajo para dar empleo a la gente y mejorar el nivel de vida de la población nacional. Cuando habla de la macroeconomía y el desarrollo, habitualmente apunta también a la importancia del capital humano, como factor determinante. Siempre está poniendo el acento en las personas, que debe ser el objetivo final del crecimiento económico y la política de una nación.
Y, por supuesto, no falta la promesa de que implementará políticas de “lucha frontal contra la impunidad”, que nunca faltó en ningún programa de Gobierno pero que hasta ahora brilla por su ausencia o se emplea de manera selectiva, como lastimosamente ya lo vemos, con el caso del intendente de CDE, cuya imputación tiene fuerte tufo a revanchismo político.
Ahora bien, esta clase de promesas, repetidas en cada elección presidencial, son muy conocidas por la opinión pública. Cuando el nuevo Presidente deba empezar a cumplir con lo que prometió como candidato, es decir, a partir de hoy, ahí encontrará el problema. Él ha identificado factores reales y preocupantes en la política del desarrollo nacional: creciente pobreza y desigualdad, que afecta a más de la mitad de la población, galopante inseguridad –ciudadana y jurídica–, falencias en las áreas de salud y educación, entre otros.
El principal problema que encontrará Santiago Peña será el hastío popular, traducido en las ruidosas manifestaciones contra todos los políticos, principalmente senadores y diputados, involucrados en hechos de corrupción. De hecho, la ciudadanía ya demostró que ya no permitirá ningún tipo de atropello de sus autoridades y que no hay mucha paciencia. Peña lo sabe y lo ha dicho a sus ministros, señalándoles que no tienen “margen de error”. Señal de ello es la destitución del designado como nuevo ministro de Salud, aún antes de asumir el cargo, debido a sus desalmadas declaraciones respecto a pacientes oncológicos.
La tarea de Peña no será fácil y está visto que muchos (oposición y algunos medios de comunicación) no darán la famosa “tregua de 100 días” para dejar trabajar al gobierno sin hacer grandes críticas en ese periodo. El presidente debe tomar medidas de urgencia, como bajar el precio de los combustibles, también estudiar bajar el costo de energía eléctrica para el “ciudadano común”, así como bajar los precios de la canasta familiar con medidas inteligentes y principalmente, crear de inmediato un mejor escenario para la generación de empleos, que solo se logra atrayendo inversiones.
Desde hace 30 años, la ciudadanía aguarda que por fin un presidente de la República cumpla lo prometido al pueblo. Está por verse si “Santi” va a formar parte de la triste galería de presidentes inútiles o se convertirá en una sorpresa positiva, que nos lleve a nuevas sendas de desarrollo y progreso.
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