El obispo de Ciudad del Este, Mons. Guillermo Steckling, tuvo a su cargo la celebración de la misa central en honor a María Auxiliadora, Patrona del Agro de Alto Paraná, en la parroquia del km 20, en Minga Guazú. Durante su homilía pidió a los cristianos oración y acción, como el camino para llegar a Dios. Como todos los años, feligreses venidos de diferentes venidos del departamento participaron del amplio programa que se desarrolló en esta comunidad.
“Los cristianos son por naturaleza optimistas, no pierden nunca la esperanza, no caen así nomás en la depresión. Conocemos la cruz, la veneramos; incluso, continuamos la lucha contra el mal, como lo dijo la lectura del libro del Apocalipsis: el mal está vencido, pero todavía no en todas partes. Y esta fe, este optimismo, se expresa en la fiesta de MarÍa Auxiliadora”, reflexionó el Obispo durante su homilía.
Acotó que podemos sufrir, pero siempre vamos a pedir el auxilio a María y ella siempre acudirá a nuestro socorro. “Es como dice el salmo 120: ‘Levanto los ojos a los montes de dónde me vendrá el auxilio, el auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra’. Ahora surge esta pregunta y somos cuestionados también, si nuestro optimismo es algo realista”.
Mons. Steckling mencionó que la mentalidad moderna ve todo el mundo como un engranaje y trata al ser humano como una súper computadora y que Dios no interviene en ese engranaje. Algunos de los precursores de estos pensamientos incluso decían que la religión es la droga del pueblo, el opio del pueblo.
“Tienen razón ellos, no sirve para un examen de conciencia, porque no han desaparecido los males del mundo, como ya dijimos. Rezamos por la salud, pero no todas las enfermedades se curan por un milagro. Podemos decir, no a la injusticia, no al odio y sin embargo vemos cómo brota las guerras, la pobreza, que es a veces extrema”.
PERSEGUIDOS
“Sufrimos persecución como cristianos, como ahora en Nicaragua que no nos queda tan lejos. Un obispo ha sido condenado a largos años de cárcel. Miremos las palabras de Dios, miremos a nuestra madre para saber en qué consiste el auxilio, que indica su nombre y como uno alcanza este auxilio, este socorro”, agregó.
El prelado indicó que las lecturas de ayer sugieren dos maneras de cómo alcanzar el auxilio de la virgen y Dios mismo. Una es la oración y la otra la acción. “En las dos maneras destaca la importancia de la simple presencia de la virgen. Cuando ella está, hay esperanza. Es como un niño pequeño que se ha hecho mal. La mamá no puede curarlo enseguida, pero lo puede consolar y cambia todo, porque está presente; en cambio, cuando la mamá no está, el pobre niño llora desesperadamente”.
Insistió en que el primer medio que la virgen nos encomienda para alcanzar el auxilio divino es la oración y que el verdadero consuelo es el Espíritu Santo. “Un segundo camino, es la acción. Cuando se celebró la boda de Caná, María pasó a la acción. Primero le llamó la atención a Jesús, le dice que hay un problema allí, que no tienen vino, no tiene alegría y después la segunda acción, habla a los servidores diciéndoles que hagan todo lo que él les diga”.
VICTORIA
El obispo de CDE remarcó que, en su momento, hablará a Jesús, pero pedirá nuestra colaboración haciendo lo que él les diga y así nos llegará el consuelo. “En María se anticipa la victoria, por eso somos tan optimistas. Ella lo ve como algo realizado, pero todavía falta mucho. Despliega la fuerza de su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Dios derribó a los poderosos de su trono, elevó a los humildes, colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Son palabras proféticas, con mucha fuerza y esto nos da esperanza. La oración y la acción”.
Finalmente se preguntó: ¿En qué consiste el auxilio divino? ¿Qué podemos esperar?, respondiendo que esto hay que dejar a cargo de Dios. “Él siempre nos sorprende. Tiene diferentes maneras de escuchar nuestras súplicas. La oración nunca queda en vano, a veces nos hace un milagro sorprendente; a veces no, pero nos da paciencia, nos devuelve la paz, nos da consuelo, nos hace madurar, nos lleva al arrepentimiento de cosas que son peores que los males que estamos sufriendo, nos libera de nuestras ataduras, ese es el auxilio que podemos esperar de Dios y también de la Virgen María”.