La actividad agrícola se recupera y da un respiro a la economía nacional, ya que la cosecha de soja alcanzó mejores resultados a lo esperado a fines del 2022 y los cultivos de zafriña se encaminan bien, según el reporte de la Unión de Gremios de la Producción (UPG). No obstante, los productores sostienen que es imperante fortalecer la capacidad de adaptación a las condiciones climáticas para una mayor competitividad.
Pese a las dificultades que generó la falta de lluvias en diciembre, apenas se iniciaba la zafra 2022-2023 y en los primeros meses de este año, la campaña sojera obtuvo resultados “razonablemente buenos”, llegando a una cifra superior a los nueve millones de toneladas, mencionó Héctor Cristaldo, presidente de la UGP.
“Es un panorama bueno que recupera el ánimo de la gente después de la cosecha desastrosa del año pasado. Hay rendimientos dispares en diferentes regiones, pero a nivel nacional tenemos un resultado mejor de lo que se esperaba en diciembre. No es el ideal, pero permite encarar este año con más tranquilidad”, indicó.
También recordó que toda la cadena de comercio, servicios y agroindustria está ligada a la producción del campo, entonces se espera que este sea un buen año para la recuperación económica. Por ejemplo, no se repitió la crisis con los camioneros, este año sí se llegó a los niveles de cargamentos que permitieron un buen ingreso financiero.
CULTIVOS BIEN ENCAMINADOS
Las constantes lluvias generan un ambiente favorecedor para los cultivos de zafriña que -según Cristaldo- están en pleno desarrollo y se encuentran bien encaminados. Mientras el tiempo acompañe, las perspectivas son buenas y se podría dar un crecimiento en la producción de maíz. “Habrá mayor actividad y dinamismo, quizás no será el ideal, pero será mejor”, agregó.
En cuanto a las perspectivas de crecimiento económico, el titular de la Unión de Gremios de la Producción reiteró que al tener alta dependencia de la producción agropecuaria es imperante fortalecer la capacidad de adaptación a las condiciones climáticas para una mayor competitividad. En ese contexto, hizo hincapié en que se está trabajando en materia de avances genéticos para afrontar la sequía y en unos años se tendrán soluciones, sin embargo, el sistema de riego sigue pendiente.
“Es un desafío que genera posiciones muy antagónicas, con gente que no quiere que se use el agua y esa agua termina en Buenos Aires; mientras que muchos productores necesitan de ese recurso para producir alimentos, por ejemplo, los arroceros y frutihortícolas”, explicó Cristaldo.
En este escenario, recordó la importancia de generar políticas y acciones congruentes con la realidad local, que se ajusten a un país donde abunda el agua, y este recurso puede llegar a ser una herramienta técnica muy útil si se utiliza racionalmente.