Un lekaja kanguero de aquello se ensañó primeramente contra un pobre perro y luego cuando recibió el reclamo de su yerno, que a los animales no hay que jugarle, el argelado sujeto se apoderó de un sable y arremetió contra el esposo de su hija, aplicándole varios golpes. La víctima, un abogado de profesión, sufrió diversas lesiones en distintas partes del cuerpo. El caso llegó a la Fiscalía y el agresor sería imputado por violencia familiar, según oje’e.
El ñembyepoti oiko pe fin de semana en un inmueble ubicado en el barrio Ciudad Nueva de la capital del Alto Paraná, donde conviven el supuesto agresor con su concu y su yerno con su esposa.
El presunto autor está identificado como Martín Dávalos Rodas (58), quien, ndaje, tiene luego aipo tendencia violenta y busca pleito hasta en la sopa de la comida voi, según mencionaron de su entorno familiar. Mientras, el agredido fue Rodrigo González Rodríguez (44), un picapleitos a quien no le gusta la injusticia.
La pelea justamente comenzó porque karai Martín arremetió sin ton ni son contra un perro de la casa que estaba acostado en el patio. El pobre animal comenzó a ladrar desesperadamente de dolor. Allí, salieron Rodrigo y su pareja a ver qué pasaba y vieron al miserable tipo, con su concubina, pateando al jagua.
Inmediatamente le reclamaron su accionar violento, situación que enervó todavía más al cincuentón, quien se apoderó de un sable y comenzó a golpear a la víctima, quien sufrió lesiones en los glúteos y la zona baja de la espalda.
El afectado recibió atención médica ha upéi fue derechito a la comisaría de la zona a radicar la denuncia contra el padre de su esposa. Omombe’u que desde la semana pasada ma voi el ñembotavy karai ya venía siendo argel y creando zozobra, en la propiedad en que residen todos juntos.
Posteriormente, los polis comunicaron la agresión a la unidad especializada contra violencia familiar, a cargo de ña fiscal Emilce Ovelar, quien inició los primeros trámites en el marco de la investigación. Es bien probable que Martín Dávalos ligue una feroz imputación, con una expectativa de pena de hasta 6 años dentro de la cacerolita.
