Según estadísticas del Ministerio Público, en el 2021 las denuncias de pornografía infantil se incrementaron en 300%, con un total de 2.796 investigaciones abiertas en ese periodo a diferencia de las 915 reportadas en el 2020. Los departamentos con mayor cantidad de casos son Central, Cordillera y Alto Paraná, de acuerdo a los datos que maneja la Fiscalía.
Los registros señalan que en el 2018 ingresaron 521 denuncias, en el 2019 fueron 960, en el 2020 un total de 915 y en el 2021 esto trepó a 2.796. Es decir, fue en progresivo aumento hasta que en el 2021 se triplicó al año anterior, un dato verdaderamente preocupante.
La fiscala Irma Llano, de la Unidad de Delitos Informáticos, explicó que la mayoría de las investigaciones se han iniciado gracias a cooperaciones internacionales. La mayoría de los hechos se llevan a cabo en grupos de WhatsApp u otra red de mensajería instantánea.
Lamentablemente, estos nuevos datos corroboran que usando las bondades de divulgación que ofrece internet, la pornografía infantil ha crecido en proporciones alarmantes. Hay en las redes sociales millones de imágenes de abusos sexuales a niños, tantas, que se estima que en promedio cada siete minutos aparecen en ellas tomas de un menor siendo sometido a abusos sexuales. El 43% de tales víctimas son menores entre 11 y 15 años y el 55% son niños de 10 años o menos. Los avances tecnológicos tienen aspectos asombrosos que deben ser resaltados, pero el lado oscuro del internet son las miles de páginas con contenido pedófilo.
No solamente el internet facilita la pornografía infantil, también son cómplices de ella la pobreza y el atraso social, ya que estos segmentos tan vulnerables de la sociedad son los más usados para multiplicar el lado siniestro del avance tecnológico. La pornografía infantil es hoy un problema de dimensiones mundiales. El desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y su masificación ha abierto las puertas a un gigantesco y oscuro mundo y como suele ocurrir, la velocidad a la que se multiplican las formas de cometer tan abominable delito es inenarrable mientras que el accionar de las agencias del Estado cuya función es impedir que ello ocurra va a pasos mucho más lentos.
Ante tan gigantesco desafío, considerar que con la legislación penal de cada país se puede neutralizar el avance del problema es pensar con el deseo; la única forma de enfrentar airosamente tal tipo de delitos es volviendo realidad la persecución internacional de las redes de pedófilos, el desarrollar amplios y dinámicos canales de colaboración entre los Estados en aras de ponerle freno a este delito y unificando las sanciones a imponer a quienes sean culpables de tales conductas que están causando irreparable daño a la sociedad.
Papel fundamental juega la familia en la lucha contra el cibercrimen, ese que ha proliferado con internet. Por eso, otro frente crucial es la efectiva protección de los niños en sus hogares, el abrirles los ojos frente a todo tipo de abuso y enseñarles a decir “no”. El enemigo usa miles de herramientas y vías para atacar; solo si se unen las familias, la comunidad y los Estados, se puede enfrentar airosamente un problema de tan gigantescas dimensiones.