Los centros de abastecimiento popular del Este están abarrotados de carne de procedencia argentina, ingresada de contrabando al país. De acuerdo con los datos, la única vía de ingreso del producto es el río Paraná, supuestamente “custodiado” por efectivos de la Armada Paraguaya, por lo cual se puede afirmar sin temor a dudas de que los principales promotores del ingreso ilegal desde territorio argentino y brasilero son los propios marinos. Recientemente, inclusive la Fiscalía y el Departamento Contra Delitos Económicos y Financieros de la Policía Nacional hicieron el trabajo de los militares, pero habrían recibido una fuerte reprimenda por “meterse donde no deben”, según indicaron fuentes.
Basta un breve recorrido por los principales centros de venta popular de la región para constatar que están abarrotados de carne ingresada de contrabando, principalmente desde territorio argentino. Por el Puente de la Amistad, Aduanas realiza controles férreos y es prácticamente imposible el ingreso de carne y otros productos, por lo que los contrabandistas recurren a la amplitud del río Paraná y se valen de la permisividad y directa complicidad de los agentes de la Armada Paraguaya, encargados de custodiar las aguas nacionales.
Testigos de las zonas ribereñas aseguran que todas las noches y madrugadas, el tránsito de pequeñas embarcaciones que transportan carne y otros productos es intenso. Sería imposible que los marinos, quienes hacen patrullajes por el río, no estén en conocimiento de esta situación, sin embargo, los mismos se convierten en cómplices directos de los contrabandistas.
Recientemente, por presiones de la Unión Industrial Paraguaya (UIP) y otros gremios, fue cambiado el comandante del Área Naval del Este, capitán de navío Cristhian José Rotela Valdez, asumiendo en su reemplazo el capitán de navío Emeterio Miranda Rodríguez. Pero el cambio no tuvo los efectos deseados, al contrario, el contrabando goza de “excelente salud”. Resulta obvio que sigue vigente el esquema que permite a narcotraficantes y contrabandistas operar sin problemas a lo largo y ancho del río Paraná, con la “bendición” de los marinos, que hacen oídos sordos y vista gorda al incesante ir y venir de embarcaciones, que trasladan los productos ilegalmente de un lado al otro de la frontera.
Este esquema, a nivel local, es manejado por el comandante de turno del Área Naval en CDE, quien, a su vez, debe rendir al excomandante Walter Díaz, protegido del vicepresidente Hugo Velázquez (precandidato a presidente de la República por Colorado Añetete) y del hermano de éste, almirante Carlos Velázquez, comandante de la Armada Nacionala. Fuentes fidedignas indicaron que, con la asunción del nuevo comandante en el Área Naval, incluso, “subió la tarifa” del semanal que deben pagar los contrabandistas, alegando que “se necesitaba recaudar más, por la proximidad de las elecciones internas” de la ANR.
MAYOR OTAÑO
Un vídeo al cual pudo acceder La Clave muestra cómo los contrabandistas cruzan tranquilamente el río Paraná, en precarias canoas con remos, repletas carne vacuna de procedencia argentina, y descargan en el distrito de Mayor Otaño, desde donde alzan en furgonetas y transportan hasta las principales ciudades del Alto Paraná, sin control alguno.
MENSAJE
Así las cosas, los marinos son dueños y señores de todo el comercio ilegal que pasa por el Paraná. Inclusive, las fuentes indicaron que causó roncha recientemente, cuando en un operativo de la fiscal Nilsa Torales, de la unidad especializada de contrabando y agentes policiales de Contra Delitos Económicos realizaron un operativo de decomiso de contrabando en la zona de Puerto Península, distrito de Pdte. Franco. Aparentemente, siempre según los informantes, se le hizo llegar un “mensaje” al Ministerio Público que “ya no se meta en asuntos que no le incumben”, y está visto que, desde aquel operativo, realizado a principios de este mes, no hubo otra operación similar para tratar de desalentar al contrabando. Con esto queda demostrado que gente muy poderosa está detrás de este negocio multimillonario y que no quiere que se “cierre la canilla”.
