Luego del escándalo que involucró a cuatro policías y un civil en un presunto caso de extorsión, el director de Policía del Alto Paraná, Silvino Leguizamón, dispuso el cambio del jefe y subjefe de la Comisaría Séptima de Ciudad del Este.
Se trata del comisario principal Edgar Robles y el oficial inspector Nicodemo Méndez, jefe y subjefe, respectivamente, quienes fueron separados del cargo. En reemplazo de los mismos, asumieron el comisario principal Marcial Esquivel y el oficial inspector Osmar Cáceres.
IMPUTADOS
Los policías Pedro Javier López Deleón, Antonio Ávalos Pereira, Francisco Prieto Montiel y Alcides Villalba Goazález, fueron imputados por los hechos punibles contra la libertad de las personas (privación de libertad – Art. 124); contra el patrimonio – Extorsión (Art. 185); contra el abuso en ejercicio de las funciones públicas – Cohecho pasivo agravado (Art. 301), todos calificados en el Código Procesal Penal como delitos.
En tanto, el presunto usurero, Fernando Daniel Ortigoza Ortigoza, fue procesado en rebeldía por los hechos punibles contra la libertad de las personas (Privación de libertad – Art. 124) y contra el patrimonio – Extorsión (Art. 185), en carácter de cómplice.
La fiscal Zunilda Ocampos, encargada de la investigación, solicitó arresto domiciliario.
EL CASO
Según la denuncia formal presentada ante la Fiscalía por el abogado Ramón Rodas, representante legal de los denunciantes, Gabriel Ramón Prieto Medina y Víctor David Meza, quienes estaban a bordo de un automóvil Toyota Allion, color plateado, y alrededor de las 01:00, fueron abordados por agentes de la comisaría 7ª en inmediaciones de la parroquia San Lucas del barrio del mismo nombre. Los intervinientes llevaron a los jóvenes hasta la sede policial a punta de arma de fuego y luego los metieron al calabozo, supuestamente por violar el decreto presidencial de cuarentena sanitaria. Allí empezaron a exigirles G. 7 millones a cambio de liberarlos y no plantar droga en el automóvil, propiedad de Prieto Medina.
Ante esa situación, uno de los jóvenes llamó a su novia, mientras que el otro a su madre, sin embargo, sus familiares no pudieron reunir el dinero requerido por los supuestos polibandis y no se pudo cerrar la “negociación”.
EMPEÑO
Las horas pasaban y como ambos jóvenes no reunían el monto estipulado por los agentes intervinientes, los propios policías llamaron a un usurero de nombre Fernando, quien empeñó el automóvil por la suma de G. 5.000.000 y liberaron a las víctimas cerca de las 04:00, con el compromiso de que debían volver más tarde para abonar los G. 2 millones que faltaban. El oficial inspector Nicodemo Méndez, quien estaba de turno en el momento del hecho, dijo que no sabía nada, que se durmió alrededor de las 22:30 y se despertó nuevamente cerca de las 04:30 del lunes, y ninguno de sus subalternos le mencionó nada.
AUTO ABANDONADO
Alrededor de las 16:30 del lunes, el auto apareció como arte de magia en un lavadero de vehículos ubicado sobre la avenida Amado Benítez del barrio San Lucas. Según el encargado del lugar, un tal Fernando fue quien dejó allí para que lo lavaran. El rodado ya no tenía su chapa, pero aún así fue reconocido por el dueño.