TIEMPO EN ALTO PARANÁ

Afectados por contrabando deben también hacer su parte para reducirlo

Los gremios vienen pronunciándose en forma unánime a favor de una política eficiente de combate al contrabando, fenómeno cuyos efectos cuantificables en la economía nadie ha logrado poner en números. Una representante del sector industrial califica el comercio ilegal de competencia desleal, destructiva e injusta, lo cual no deja de ser cierto. Pero sería ilusorio que la desaparición del contrabando dependiera solamente de un dispositivo cerrojo del Gobierno. Los propios afectados deben poner también su parte.

Daremos sólo dos ejemplos. Poco tiempo atrás, la carne argentina entraba ilegalmente a raudales. La estrella era la “costilla de Santa Fe”, que se vendía como pan caliente, con efecto letal para las carnicerías y los supermercados. Entonces, los ganaderos contraatacaron con inversiones en genética, manejo, sanidad y nutrición. Hoy Paraguay tiene una de las mejores carnes bovinas del mundo.

Lo mismo ocurrió con la cadena de lácteos. Nos inundaban los productos brasileños y argentinos. Sancor, La Serenísima, Nestlé Brasil, Parmalat y hasta el uruguayo Conaprole atiborraban las góndolas. Pero al igual que sus colegas de la carne, las industrias lácteas se pusieron las pilas e invirtieron en plantas fabriles, cadenas de frio, estimulo a productores, experticia en derivados… Hoy, los productos extranjeros conviven con los paraguayos en armónica minoría. Ambas cadenas triunfaron en base calidad y precios competitivos, ganando la batalla de la productividad con eficiencia.

No diremos que ambas experiencias sean transferibles a otros renglones de la producción y la industria. Pero puntos de contacto tienen. La regla es clara: nadie paga más por un producto malo, venga de donde viniere. Lo que debemos acabar es con la visión simplista de que la culpa solamente la tienen los organismos de control y los contrabandistas. El comercio informal no existiría si la producción local diera abasto, de calidad y buenos precios. El cuento de que “no podemos competir con Brasil o Argentina” ya es historia, hoy Paraguay está en condiciones de competir con cualquier país del mundo, existen suficientes evidencias y una economía sólida, pese a la pandemia y la situación económica interna.

Lo que falta es voluntad, muchas veces, de mejorar la producción nacional y adaptarla a los estándares y exigencias internacionales, con lo cual se reduciría considerablemente el ingreso ilegal de mercaderías al país. Mientras, seguirán los plagueos unilaterales, que sólo atacan una de los consecuencias del real problema, el ingreso de contrabando, mientras ignoramos sus verdaderas causas y cómo podríamos solucionarlas.

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