A la par del Covid-19, que está causando estragos en el país, también avanza otra amenaza sanitaria, el dengue. Actualmente, la comuna esteña está emprendiendo una campaña de limpieza de predios baldíos, lo cual nos recuerda dolorosamente la enorme cantidad de personas irresponsables que siguen pululando en la ciudad y en muchos municipios, abandonando sus lotes y convirtiéndolos en criaderos de mosquitos y alimañas de todo tipo.
Cada año se repite con algunas variantes la misma historia: ante los casos graves y las muertes provocadas por la enfermedad transmitida por el aedesaegypti, que es el mosquito transmisor de dengue, zika y chikungunya, la mayoría de nosotros, los ciudadanos de todas las clases sociales y niveles de formación, asumimos posturas y razonamientos que van desde el desinterés más elocuente hasta la ira contra toda autoridad municipal, sanitaria y hasta de las Fuerzas Armadas porque no salen a exterminar los mosquitos o no nos limpian nuestras calles y patios.
La enorme mayoría de la población, seamos sinceros, espera hasta que aparezcan los casos de dengue más graves y se publiquen sus datos en la prensa, para que con suerte asuma interés en la limpieza de sus patios y casas, tomando medidas sencillas que, por supuesto si se las toma tarde, no serán tan efectivas como si se las tomara todo el año. Y decimos todo el año, teniendo en cuenta que Paraguay es una zona en la que el dengue está presente siempre, por lo tanto, la campaña contra los criaderos tendría que ser constante y durante los 365 días y no dos semanas después de comenzado el verano y cuando nos asustamos. Igual servirá hoy eliminar el criadero de nuestra casa y juntarnos entre vecinos a limpiar y evitar acumular basura en baldíos y calles, pero no evitaremos que el problema sea mayor y los casos aumenten.
No se trata de quitarle la responsabilidad a las autoridades municipales, que deben poner mucho más empeño en cuidar las calles, los paseos y plazas, además de los baldíos. Tampoco de dejar de exigir que el Ministerio de Salud sea más constante durante el año y tal vez ponga el acento en buscar apoyo de los medios para que los mensajes sean más contundentes y continuados en el tiempo. También sería muy interesante incluir en la tarea de prevención y el aprendizaje de los métodos para asumirlos en cada casa, si se incorpora la enseñanza de los mismos a los niños en edad escolar. Ellos suelen ser los mejores agentes de cambio ya que consiguen influir en sus familias con mayor efectividad que cualquier mensaje enviado desde otros medios.
También deben participar activamente los estudiantes de todas las etapas del sistema educativo formal y por supuesto, quienes trabajan en zonas de riesgo como los mercados municipales, la gente que trabaja en las calles, como los vendedores ambulantes, también los choferes de transporte público y funcionarios de empresas privadas de todo tipo. No podemos olvidarnos tampoco de los funcionarios públicos, los empleados bancarios y trabajadores de la industria. Porque a todos nos afecta el dengue, ya sea directa como indirectamente.
El dengue, así como el covid cuando relajamos las medidas de seguridad, es la consecuencia de lo que no hicimos o hicimos mal ayer y seguimos haciendo mal hoy. Y, mientras no lo asumamos con responsabilidad todos, seguirá ganándonos cada año la partida.