No permitir a ladrones e inoperantes seguir en intendencias y concejalías
En noviembre de este año, la ciudadanía tendrá la brillante oportunidad de renovar a sus intendentes y concejales municipales. Sin embargo, habrá que tomar muchos recaudos y cuidados, para no repetir viejos errores. La triste experiencia nos enseña que desde 1991, cuando los intendentes surgieron de las urnas por primera vez, los gobiernos locales han estado en gran medida en manos de ineptos o corruptos que hacen o dejan de hacer lo que se les antoje, como si hubieran recibido de la ciudadanía una carta blanca.
Peor aún, muchos de esos impresentables han sido reelectos, como si los vecinos no tuvieran a la vista las calles con baches, las basuras no recogidas, las plazas desoladas o los frutos del enriquecimiento ilícito de los responsables. Es de suponer que, sobre todo en las pequeñas y medianas localidades, los electores conocen de cerca a los candidatos, pero en muchos casos les han venido dando su confianza, una y otra vez, pese a sus antecedentes y como si no les incumbiera su desempeño pasado o futuro.
Duele decirlo, pero el común de los vecinos paga sus tributos municipales sin exigir nada a cambio: vota y luego se desentiende, sin emplear los mecanismos legales de participación ciudadana. Es de subrayar que no todo depende de la Intendencia Municipal, ya que la Junta tiene importantes facultades, como la de intervenir en los procesos licitatorios, aprobando o rechazando los pliegos de bases y condiciones, así como las adjudicaciones.
Hay que prestar atención no solo a los atributos morales e intelectuales de quienes aspiran a ser intendentes, sino también a los que apuntan a la Junta, pues allí “no solo está la dieta”, según cierta memorable arenga del exsenador oviedista Jorge Oviedo Matto. No se debe olvidar que las fechorías de la Intendencia requieren, a menudo, la complicidad de quienes deberían controlarla.
En las elecciones de este año, las listas de candidatos estarán desbloqueadas por primera vez, de modo que será posible valerse del voto preferencial para aumentar las chances de aquellos que merezcan ser elegidos para servir a sus conciudadanos y reducir las de los inútiles o sinvergüenzas que solo pretenden servirse a sí mismos.
Habrá que tener mucho cuidado, entonces, a la hora de votar. Es justo y necesario protestar contra los malos manejos, pero es preferible evitarlos de entrada, castigando en las urnas a quienes, atendiendo su historial, solo actuarían en función de sí mismos y de sus allegados. Que los electores no se dejen tomar por idiotas, que analicen con lupa a los candidatos y vigilen la gestión de sus autoridades municipales, para no tener que lamentarlo después.
Al fin y al cabo, en ellos recae la responsabilidad de elegir a los mejores, primero en los comicios internos y luego en las generales. Para que no se robe en sus propias narices, es preciso que se interesen mucho más en la política comunal y que no se dejen engañar por los caraduras locales, a quienes bien deberían conocer. Aquí en Alto Paraná, hay varios sinvergüenzas que buscan el rekutú, tanto en las intendencias como en las Concejalías. Cabe al pueblo darles una “soberana” patada y enviarlos a sus casas, ya que la justicia es inoperante – o cómplice – para investigarlos y responsabilizarlos por el latrocinio cometido en sus distritos.
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