Manifestación pública en un viaducto de Ciudad del Este contra José Bogarín.
El calificado como el “Rey de las consultorías” y padrino de iniciativas fantasmas en el Parque Tecnológico Itaipu (PTI), su director ejecutivo, José Bogarín, esbozó públicamente un peregrino proyecto de inversión de USD 30 millones de Itaipu para el complejo edilicio de la entidad. El mismo, pese a que durante casi los 11 años de vida institucional se desempeñó como consejero de la Fundación, desconoció el anterior plan, que ya contaba con propuestas para el desarrollo de la infraestructura realizado por prestigiosos profesionales, arquitectos, ingenieros y urbanistas, en un espacio de 30 hectáreas concedida inicialmente por la binacional, adyacente a la Costanera de Hernandarias, en un sitio privilegiado en la entrada a la ciudad. Este presupuesto apenas llegaba a USD 5 millones.
El proyecto ejecutivo mencionado preveía un centro de servicios para la instalación de empresas, áreas bancarias y de servicios necesarios, con un desarrollo integral del área concedida por Itaipu que, a estas alturas, lo hubieran convertido en un Parque Tecnológico de envergadura. Si anteriormente Bogarín no permitió la construcción de una choza, de repente sale pomposamente como impulsor de un plan que antes no acompañaba, y sin ruborizarse anuncia que solicitará USD 30 millones a la entidad binacional, es para sospechar una vez más por sus antecedentes. Hay que recordar que el actual director del PTI instaló una claque conectada entre familias de la Itaipu, que cranea la forma de hacerse de fondos.
No son pocos los que aducen que, como Bogarín no tiene proyectos innovadores en el desarrollo de la tecnología aplicada y muchos menos motiva a los innovadores en investigaciones, anuncia el pomposo proyecto de millones de dólares, donde con seguridad “las consultorías” en infraestructura, trabajos técnicos y ambientales tendrán un “buen destino” para sus amigos de siempre.
Para apalancarse con sus iniciativas mediáticas, Bogarín contrató por más de G. 10 millones al mes a un jubilado de Abc Color, Julio Fleitas, (con fuerte conexión con la iglesia evangélica de Abreu), que está promocionando en ese medio sus desopilantes ideas y otras iniciativas iniciadas en administraciones anteriores.
José Bogarín, director ejecutivo del PTI.
Bogarín formó parte, en directorios anteriores, de tres planificaciones estratégicas del PTI, donde ya se hablaba de la importancia de contar con un predio e infraestructura adecuada, pero que en años pasados ni mencionaba interés alguno. Lo que llama la atención es que de repente sale con un proyecto mucho más caro que el planificado años atrás y que debía ser construido en Tacurú Pucú.
Además, Bogarín tiene que saber que el país está luchando contra una pandemia y que los recursos deben ser orientados a otras urgencias, como salud y educación integral, así como en necesidades mínimas de la gente, sin distraer USD 30 millones o más, como mencionó, para nadar en billetes a través de sus tan apetentes consultorías.
Sin ningún reparo, algo que suena a un chiste acusó que por “por culpa de gente mediocre” el PTI no despegó con sus objetivos vitales. Y muchos se preguntan, qué hizo y dónde estuvo Bogarín en estos 11 años como consejero precisamente de esa entidad que, conforme a las actas, asistía a las sesiones más rara vez que un eclipse total.
Llamativamente, además, Bogarín no está interesado en el hermoso predio de 30 hectáreas dado anteriormente en comodato por Itaipu al PTI en la entrada a la ciudad, sino en un territorio de 200 hectáreas de la reserva natural, sin precisar el sitio. En definitivas, el cuestionado funcionario que ingresó a la binacional en la administración de Fernando Lugo sigue queriendo hacer de las suyas con un voluminoso dinero en dólares quintuplicando el precio del anterior proyecto que, así como están las cosas, difícilmente pueda manejar no.
