Con un mapa electoral no tan distinto al de 2016 y un nuevo fracaso de los sondeos, el presidente de Estados Unidos y candidato a la reelección, Donald Trump, y su rival electoral, el exvicepresidente Joe Biden, quedaron hoy cabeza a cabeza en una elección que será definida por un puñado de estados, algunos de los cuales podrían tardar varios días en anunciar sus resultados.
Por primera vez desde la crisis electoral de 2000, millones de estadounidenses amanecerán sin conocer quién ganó las elecciones presidenciales, pero esta vez la situación será aún más angustiante: Trump se declaró ganador, denunció fraude y anunció que irá a la Corte Suprema, dominada ahora por una mayoría ultraconservadora.
Tras horas de escrutinio, los únicos estados que quedaron sin definición son: Nevada -un estado del Oeste en el que Biden mantenía una ventaja-, Georgia y Carolina del Norte -dos distritos del Suroeste donde Trump estaba primero con más del 90% escrutado- y Pensilvania, Michigan y Wisconsin -las mismas tres regiones del viejo cordón industrial del Noreste que fueron clave en la victoria de Trump en 2016.
Cualquiera de los dos candidatos necesita ganar al menos dos de estos tres estados del antiguo cordón industrial, donde el número récord de votos por correos, en gran parte motivados por los temores al coronavirus, garantizan un escrutinio largo.
Después de los discursos optimistas de los dos candidatos, el conteo de electores era muy parejo.
El exvicepresidente Biden sumaba 236 de los 270 votos que necesita un candidato en el Colegio Electoral para ser proclamado presidente, mientras que Trump acumulaba 213, según el sistema de elección indirecta de Estados Unidos.
La otra gran elección de la jornada fue la renovación de un tercio del Senado.