Anunció la refundación del PTI-Py, pero Bogarín y su “equipo” siguen con larga siesta
El Parque Tecnológico Itaipú (PTI-Py) generó mucha expectativa con su creación hace un poco más de 11 años. Se daba por seguro que lideraría las grandes ideas de innovación y transformaciones tecnológicas a nivel país. Debía articular planes estratégicos con universidades, la industria y el Estado, haciendo la sinergia necesaria para propiciar el desarrollo acorde con los nuevos tiempos, pero hoy día está semiparalizado. Ningún proyecto serio o que se convierta en un ícono para el Paraguay se ha podido demostrar, especialmente en los dos últimos años, donde la plana mayor se cambió cada ocho meses. Cada ejecutivo que se sentaba en la silla del Parque anunciaba a los cuatro vientos que se venía una etapa de “refundación” del ente, aunque ello solo sonaba a palabrerío hueco.
Actualmente se da la misma cosa con el Ing. José Bogarín, considerado como el “Rey de las consultorías” por los sindicatos y en la misma Itaipú, pues más ha dedicado su tiempo a eso que a otras cuestiones técnicas o que tengan que ver con la innovación. Los trámites burocráticos para los grandes negocios informáticos fueron y siguen siendo su fuerte. Hasta la fecha, no se conoce un proyecto emblemático que esté en curso, salvo la creación de un IHub que quedó en los papeles.
La inestabilidad en las cabezas del PTI es otro aspecto negativo, pues está conformado por un director ejecutivo que lo ejerce actualmente Bogarín, secundado por un director técnico y otro administrativo. Para peor, en la actualidad no hay mucha afinidad ni coordinación entre los tres funcionarios designados, pues se sabe que el director ejecutivo es autoritario y pretende llevar por delante a sus demás colegas, lo que hace que las iniciativas proyectadas sean empantanadas.
Otro aspecto negativo es que Bogarín, apenas llegó al PTI instaló un “equipo de confianza” e inventó el cargo de “gobernanza”, concedida a Judith Pavón, su excolaboradora en Informática de la margen izquierda, a la vez esposa del brasileño Sidney Viana, coordinador del área de Tecnología para operación de centrales hidroeléctricas en el lado paraguayo, un veterano y soberbio en el trato con los compatriotas. Esta trilogía es la que maneja actualmente el Parque, sin ningún provecho real para la Instituyente, menos para el país. Y Viana se erige en el hombre de confianza de Bogarín y articulador de los “negocios”, como el sistema SAP que maneja millones de guaraníes.
El brasileño Viana también es cuestionado por vivir en Foz de Yguazú y trasladarse casi todos los días al lado paraguayo, pese a provenir de una zona donde el virus del Covid 19 tiene gran circulación, pues hasta el Gobierno nacional prohibió la entrada y salida de extranjeros.
Durante esta pandemia nadie sabe a qué se dedican los innovadores del PTI-Py. Tanto es la desidia que en las redes sociales se ponen a celebrar el día del gato, el perro, el rock, la chipa y el solsticio, por ejemplo. Su vocero y redes sociales no están enterados lo que hace la NASA, Space X ni lo que publica la revista Science o, yendo más cerca, el INVAP de la Argentina.
El PTI-Py coronó excelentes proyectos en años anteriores, utilizando la energía solar y producir energía limpia a unidades militares del Chaco, que cambió la vida de los soldados en agrestes zonas de la Región Occidental. También se llegó a pergeñar un plan para llevar este mismo tipo de plantas generadores de electricidad a Bahía Negra, que hasta la fecha no se conocen noticias.
Hay que señalar que tampoco se conoce el aporte de gente de su confianza que trajo de la Binacional que, prácticamente, calientan sillas, pero con un jugoso plus salarial. Algunas de estas inquietudes ya están en conocimiento del director general paraguayo de Itaipú, Ernst Bergen, por lo que se espera un reencauzamiento de la tarea que debe cumplir el PTI-Py.
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