IPS, antes que “el mejor del universo”, es una vergüenza
Durante su visita a Ciudad del Este, el presidente de la República, Horacio Cartes, al parecer, nuevamente “se escapó de lengua” de sus asesores, ya que cayó profundamente mal su afirmación, que suena más bien a una burla soez, de que “el seguro médico ofrecido por el Instituto de Previsión Social del Paraguay es el mejor del Universo”. Con esto, se confirma una vez más que nuestro Jefe de Estado vive en una burbuja artificial, creada por sus hombres más cercanos, en donde todo funciona a la perfección y el Paraguay es la verdadera “Suiza” de América latina.
Ironías aparte, resulta cada vez más vergonzosa la situación que soporta el IPS. Asegurados que se manifestaban ruidosamente en el momento exacto en que Cartes hacía sus desatinadas declaraciones, en oportunidad de la “culminación” del nuevo hospital del IPS de CDE, coincidieron en señalar que “el IPS tiene más problemas que los propios pacientes”, dando una idea de lo mal que está la atención en dicho centro asistencial.
Si bien no deja de ser una noticia positiva de que finalmente – en marzo del 2018, según las estimaciones – estará operando el “mega hospital”, esto no resolverá todos los problemas existentes a nivel de Alto Paraná y mucho menos, nacional.
El Instituto de Previsión Social (IPS) dispone de una cantidad enorme de propiedades inmobiliarias, la mayor parte de ellas abandonadas a su suerte, o mal administradas o mal negociadas. Esto porque esta entidad no fue creada ni está organizada para ejercer funciones de empresa inmobiliaria, que, como todas las que importan conocimientos particulares y habilidades especializadas, requieren estructura y personal adecuados a la función.
Tenemos entonces que el IPS, siendo propietario de una fortuna incalculable en bienes raíces, sumada a la renta fija mensual multimillonaria que le ingresa en concepto de aportes obreros y patronales, continúa siendo un organismo que proyecta una pésima imagen, apareciendo como económicamente frágil, con permanentes dificultades económicas, incapaz de sostener sus diversos servicios con una regularidad aceptable y tropezando con una multitud de inconvenientes que mantienen vigente la pésima opinión generalizada que de él expresan constantemente sus asegurados, así como la deprimente idea de que sus sucesivos directivos casi nada pueden hacer por mejorar estas condiciones.
La inmensa fortuna de los asegurados y patronos contribuyentes del IPS que está siendo constantemente drenada por la ineficiencia y la incapacidad para administrar –no se hable ya de corrupción ni de otros vicios– de sus autoridades que se van sucediendo a lo largo de los años y las décadas, contrastan dramáticamente con las carencias que los beneficiarios de sus servicios demandan permanentemente a esta institución. En ciertas ocasiones no hay medicamentos básicos, o faltan guantes, jeringas o desinfectantes, pero, entretanto, dilapida miles de millones de guaraníes en propiedades inútiles, improductivas, cedidas sin provecho o subvaloradas.
Los legisladores, a los que se recurrió en varias oportunidades para estudiar y resolver este grave y crónico problema de los bienes inmuebles del IPS, o no lo entienden o no lo sienten. Le tienen un miedo pavoroso a autorizar la enajenación de esos inmuebles, a fin de librar al IPS de una función que no puede cumplir, cual es la de empresario inmobiliario.
Es una verdadera lástima que la incapacidad intelectual, los prejuicios, la negligencia y el desinterés sean los males que prevalecen, ostensiblemente, sobre las virtudes del pragmatismo, la oportunidad y la habilidad que deben presidir la corona de virtudes de los administradores de bienes públicos, en este caso, del IPS.
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