El supuesto “trabajo de concienciación” llevado a cabo por el Grupo de Trabajo (GT) Itaipu-Salud para reducir las muertes materna y neonatal, tanto en Alto Paraná y a nivel país, fracasó nuevamente, pues constantemente mueren mujeres durante el parto y mayor cantidad de recién nacidos. Los recientes casos ocurridos en el hospital Los Ángeles y el hospital distrital de Hernandarias, donde en un caso falleció una joven madre y en el otro, un bebé, solo pasan a engrosar las estadísticas, sin percibirse una reacción a nivel de Gobierno.
Una de las coordinadoras del GT Itaipu-Salud, reconoció que aún hay experiencias poco alentadoras en cuanto a los tratamientos maternos. En Paraguay, dijo que supuestamente hubo un avance importante con la implementación de unidades de soporte vital avanzado, a través de la cooperación de la Itaipu con el Ministerio de Salud Púbica, pero tampoco se visibiliza en los hospitales públicos. Siempre ponen énfasis en la sensibilización respecto a los controles prenatales, y la importancia de que la pareja y familia de la mujer gestante se involucren desde los primeros controles médicos, pero esta información no llega a los barrios ni a las madres, solo terminan en reuniones improductivas, donde se gastan millones en bocaditos o almuerzos.
La mortalidad materna es un flagelo de dimensión global. Es la principal causa de muerte entre mujeres en edad reproductiva, ya que diariamente más de 830 mujeres y niñas mueren a causa de complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto; lo que se traduce en unos 303 mil fallecimientos de mujeres durante el embarazo o el parto, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para el citado organismo, la atención especializada antes, durante y después del alumbramiento es clave para salvar la vida a las embarazadas y a los recién nacidos. Esta es una regla que, en base a los Objetivos de Desarrollo Sostenible que rigen a nivel mundial, en el Paraguay viene aplicándose en los últimos años.
Así, a través del programa #CeroMuertesEvitables se intenta reducir la tasa de mortalidad materna, sin embargo las estadísticas prácticamente no muestran mejoras. También se implementó el denominado Código Rojo, traducido en capacitación de profesionales de la salud, para la atención oportuna del parto.
No obstante, las desigualdades en la calidad de los servicios de atención de la salud reproductiva, materna y neonatal no han sido extirpadas bajo el actual gobierno, como se prometió al inicio. Vemos aún muchísimas necesidades en la Salud Pública, que impiden mejores resultados.
Lograr una cobertura sanitaria universal para una atención integral a la salud reproductiva, materna y neonatal, así como abordar todas las causas de mortalidad materna son claves para avanzar hacia los objetivos trazados por nuestro país ante las Naciones Unidas, en el marco de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente 2016-2030.
El nuevo Gobierno deberá destinar más recursos humanos, infraestructura, equipamiento e insumos, para revertir la actual realidad, que permanece aún muy lejos de los índices deseados y establecidos por las Naciones Unidas.