Gremios docentes nuevamente realizaron una medida de fuerza, el martes último, dejando sin clases a los chicos de las escuelas y colegios públicos. Esto, dígase de paso, en plena etapa de exámenes finales. Actualmente, los docentes ganan G. 2.009.000 por turno y la propuesta es alcanzar G. 3.000.000 para 2021, con un aumento anual del 12%. Sin embargo, exigen un 8% adicional, que no está previsto en el “trato” con el Gobierno y que es de imposible cumplimiento, según las autoridades, ya que el dinero para dicho aumento no está presupuestado.
Ante el fracaso de la medida de fuerza, ya hablan de otros dos días de huelga, a finales de mes, con lo cual nuevamente acabarán perjudicando al estudiantado. Y mientras los maestros recurren a lo que saben, las pruebas escritas que año tras año rinden los postulantes a un cargo docente ponen en el tapete la incapacidad de muchos de los educadores de aprobar un simple examen, basado en temas que son estrictamente de su incumbencia profesional.
Recordemos igualmente que el Foro Económico Mundial presentó recientemente su Informe de Competitividad Global que contiene resultados alarmantes para nuestro país, especialmente en lo que concierne a la educación. El Informe coloca a Paraguay en el lugar 138 de una lista de 148 naciones, solo unos puntos por encima de Burundi, en África; y de Haití, el país más pobre de América. El documento pone a la educación primaria y terciaria paraguaya en los rangos más bajos a nivel planetario.
El estudio del Foro Económico Mundial viene a sumarse a una considerable cantidad de documentos similares, elaborados por diferentes organizaciones e instituciones, que coinciden básicamente en el mismo diagnóstico: en las condiciones actuales la educación paraguaya no cumple ni remotamente sus propósitos y no tiene la menor utilidad como factor de crecimiento económico o de desarrollo social.
Seguir creyendo que nuestras escuelas y colegios verdaderamente preparan a los chicos y jóvenes para los desafíos del presente y del futuro es una ilusión, un engaño, un callejón sin salida. Es imperioso, es urgente, emprender sin pérdida de tiempo una profunda transformación en la educación paraguaya. Para el Paraguay, que se encuentra entre los países más pobres y atrasados de la región, no existe absolutamente nada más prioritario que la educación de calidad.
En primer lugar, la formación docente, ya que los maestros son los actores protagónicos del proceso educativo. Cualquier cambio o mejora que se intente introducir en las escuelas, colegios y universidades debe asentarse en un sólido y sostenido trabajo con los docentes. En segundo lugar, es preciso también enfatizar la necesidad de mejorar la enseñanza de las materias básicas e instrumentales, como el lenguaje, las matemáticas y las ciencias.
Pero esta realidad no preocupa a los gremialistas docentes, que están más interesados en lograr mejoras salariales, licencias sindicales y todo lo que les posibilite una buena vida. No está mal exigir, sin embargo, también hay que dar a cambio, cosa que los docentes no están haciendo y de hecho, año tras año, la educación pública en nuestro país está empeorando.